Lectura quincenal

marzo 16, 2014
Nunca más

Fernando Lalana y Jose Maria Almárcegui



3. Adiós, mundo cruel
(23 de junio de 1970. Más bien temprano)

–Adiós, mundo cruel –digo, agarrado a la barandilla del viaducto.

¿De dónde me habré sacado yo esta frase tan cursi? Ni idea. Pero estoy seguro de que es eso, justamente, lo que hay que decir en estas circunstancias.

–¡Adiós, mundo cruel!

Miro hacia abajo. El abismo. Por lo menos hay veinticinco metros de caída, lo cual supondrá... vamos a ver... partiendo del reposo y con una aceleración gravitacional de nueve, coma, ocho metros por segundo-cuadrado... uf, necesitaría una calculadora. Pero, en cualquier caso, no durará mucho. Eso, seguro.

Imagino la trayectoria de mi caída. Fiiiuuu... Como casi no hay sitio, apenas podré darme impulso, así que trazaré una parábola muy alargada que terminará... fiiiuuu... ¡pom! ¡Ostrás! Me parece que voy a caer justo encima del quiosco de Ramón. Pues se lo voy a dejar hecho una cochambre. Y justo ahora que empieza el verano, la única época del año en que el pobre Ramón vende algo. Menuda faena...

No. Definitivamente, no puedo hacerle eso a Ramón. No me lo perdonaría nunca. Voy a buscar otro sitio donde matarme.


¡Ya sé! El tren. Voy a tirarme al tren. Con eso, no le fastidio el negocio a nadie. Como mucho, a la Renfe. Lo malo es lo lejos que está de aquí la vía. La caminata que me habría ahorrado de haberlo pensado antes. Está visto que, últimamente, nada me sale bien. Llevo un tiempo en que mi vida no parece mía. Todo a mi alrededor parece funcionar por su cuenta, sin mi intervención, sin que yo pueda hacer nada por cambiarlo.

Debe de ser lo de la inercia, que nos explicó una vez don Prudencio.


0. Preámbulo 

¡Huy! Perdón, perdón... creo que no me he presentado: me llamo Dalmacio. Dalmacio Sánchez Vallejo, concretamente, por si ustedes se preguntan cuál de los muchos Dalmacios de este mundo es el que les habla.

He tenido una vida corta, de tan solo once años y medio y, antes de que termine, me gustaría contársela, por si les puede servir de algo. Mi problema es que no sé por dónde empezar. El día en que mis padres se conocieron me parece demasiado pronto. Y si empiezo por la visita que mis amigos y yo hicimos anteayer al depósito de cadáveres del Instituto Anatómico Forense, igual no se enteran ustedes de nada. No sé... quizá debería limitarme a relatarles tan solo lo ocurrido durante los últimos meses. Sí, será lo mejor porque, realmente, los primeros diez años de mi vida fueron un rollo. La típica existencia aburrida de un niño español de mediados del siglo XX.

Pero en los últimos meses... ¡buoh...!, me han ocurrido cosas que ustedes no creerían.

[...]
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