RESEÑA: Una madre de Alejandro Palomas

*Con la colaboración de Siruela*

SINOPSIS

El retrato de una ciudad acogedora y esquiva a partes iguales, de una familia unida por los frágiles lazos de la necesidad y del amor y la mirada única de una mujer maravillosa en un momento extraordinario.

Faltan unas horas para la medianoche. Por fin, después de varias tentativas, Amalia ha logrado a sus 65 años ver cumplido su sueño: reunir a toda la familia para cenar en Nochevieja. Una madre cuenta la historia de cómo Amalia entreteje con su humor y su entrega particular una red de hilos invisibles con la que une y protege a los suyos, zurciendo los silencios de unos y encauzando el futuro de los otros. Sabe que va a ser una noche intensa, llena de secretos y mentiras, de mucha risa y de confesiones largo tiempo contenidas que por fin estallan para descubrir lo que queda por vivir. Sabe que es el momento de actuar y no está dispuesta a que nada la aparte de su cometido.
Un cartel luminoso que emite mensajes desde una azotea junto al puerto, una silla en la que desde hace años jamás se sienta nadie, una Barcelona de cielos añiles que conspira para que vuelva una luz que parecía apagada, unos ojos como bosques alemanes y una libreta que aclara los porqués de una vida entera… Una madre no es solo el retrato de una mujer valiente y entrañable, y de los miembros de su familia que dependen de ella y de su peculiar energía para afrontar sus vidas, sino también un atisbo de lo que la condición humana es capaz de demostrarse y mostrar cuando ahonda en su mejor versión.

FICHA TÉCNICA:

Título: Una madre
Autor: Alejandro Palomas
Editorial: Siruela
Encuadernación: Rústica con solapas
Número de páginas: 248
ISBN: 978-84-16120-43-7
Precio: 17,95 € (Otros formatos: EPUB/Kindle: 8,99 €)

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RESEÑA:

Como una madre no te conoce nadie...

Una madre es la primera parte de una trilogía formada por tres novelas independientes que Alejandro Palomas publicó allá por 2014 y que, en tan solo 2 años, ya va por la 11ª edición. A este autor lo conocí, como algunos sabéis, gracias a Un hijo, su penúltima novela publicada y segunda parte de esta trilogía, que se cierra con Un perro (2016). Eso sí, me gustaría destacar que estos libros son totalmente independientes y se pueden leer desordenados (de hecho, yo empecé por el segundo) o por separado.

En Una madre, Palomas nos retrata una familia formada por una madre, tres hermanos, una nuera y un tío en la noche de fin de año. Después de muchos años, por fin Amalia (la madre), una mujer de 65 años, consigue reunir a toda la familia para celebrar el año que empieza. Narrada en presente por Fernando (o Fer, como le llama su madre), el único hijo varón de Amalia, esta novela nos habla de los lazos familiares, del amor, de lo que escondemos para que no nos hagan daño, de la importancia de sentirse querido, de los miedos, de las inseguridades que sentimos... y de un largo etcétera que conforma nuestra condición humana. Todo ello con una mezcla de humor delirante y dramatismo perfectamente combinados según la receta de la vida misma.

Debemos de haber tenido esta conversación al menos una decena de veces en las últimas tres horas. ¿Llegará la comida? ¿Será suficiente? ¿Les gustará? ¿Hace mucho calor? ¿No sería mejor que bajáramos un poco la calefacción? ¿Encendemos ya las velas o esperamos a que lleguen? ¿Y el aperitivo? Ah, ¿sin aperitivo? ¿Tú crees... Preguntas. Mamá lanza preguntas al aire como si fuera repasando los ingredientes de una receta que ya no permite demasiados retoques, porque la hora es la que es y a estas alturas deben de estar todos en camino.

Por lo tanto, creo que Una madre es sin duda una novela de personajes y me gustaría hablaros un poquito de cada uno de ellos por separado para mostraros sus matices y su aporte a esta historia maravillosa.

Como he dicho, Fer es el narrador de la historia. Tiene 35 años y se dedica a subtitular películas y a doblar anuncios publicitarios. En el momento en el que nos lo encontramos, se encuentra todavía detrozado por la ruptura con su novio Andrés hace ya algún tiempo. Ha tomado la determinación de no volver a sufrir y, por lo tanto, se esconde del mundo y de la vida.

Silvia y Emma son sus dos hermanas. Silvia es pelirroja como Fer. Es una auténtica maniática del orden y la limpieza y siempre está solucionando los líos en los que se mete su madre. Pero detrás de esa máscara de mujer hiper responsable también se esconden ciertos problemas que iremos descubriendo a lo largo de la novela. Emma por su parte ahora se encuentra bastante bien. Vive con su novia Olga y traen fantásticas noticias a esa cena de Noche Vieja. Sufrió un palo muy duro en el pasado, pero ha salido adelante gracias a su madre y al apoyo de sus hermanos.

Olga, a pesar de ser un personaje secundario, está muy bien caracterizada con sus "correcto" y las carrasperas que suele emplear al hablar. Lo mismo ocurre con Ingrid, la mejor amiga de Amalia: es una mujer sueca de cincuenta años que trabaja en un turoperador de viajes de aventuras, está enamorada de un chico de 25 años, lesionada en una sesión de chamanismo, es una obsesionada del yoga y es maestra de reiki para animales de granja. Os podéis hacer una idea del ejemplar.

–Pues la semana pasada fui con Ingrid a ver Los miserables –dice mamá con voz de te-voy-a-contar-algo-pero-que-muy-interesante, poniendo una mano en el brazo de Olga–. Pero el musical, ¿eh? No la película.
Olga hace una mueca que seguramente quiere ser una sonrisa de interés, pero que se le queda clavada en la cara como el gancho de una percha.
–Correcto –dice.
–Ay, es tan... real –sigue mamá moviendo una mano en el aire. Va por su segunda copa de vino blanco y empieza a estar un poco achispada–. Está llena de miserables que sufren mucho todo el rato. Y a veces hasta lloras muy a gusto. O sea, un poco como el telediario, pero en París y sin los deportes. Y luego termina y te vas a cenar. Y ya está.

Este retrato de Ingrid se consigue a través de lo que cuentan otros personajes de ella, ya que ella no aparece directamente en la novela. Lo mismo ocurre con el ex-marido de Amalia: es un personaje ausente, pero del que también hablan los personajes y que queda muy bien retratado como un estafador y un ser despreciable.

Tío Eduardo es el viva la vida de la familia. Vive en Portugal desde hace un tiempo y parece que todo le va viento en popa. Sin embargo, como el resto de los personajes, también esconde algo detrás de esa fachada que revelará muy al final para ayudar a su sobrina preferida: Silvia.

Y mención aparte es la que merece la madre, Amalia. ¡Por favor! ¡Qué personaje más delicioso! Es una mujer cariñosa, despistada y alocada. Para Silvia es un auténtico dolor de cabeza. Pero detrás de toda esa locura se encuentra una madre que se preocupa por sus hijos y su felicidad. Lo que me he podido reír con un desparpajo y sus salidas por la tangente, leyendo sus comentarios inocentes y muchas veces sin sentido. Atención a la desternillante explicación de Amalia sobre el "conocidísimo" síndrome de Juana (Shirley es la perrita que tiene Amalia como mascota).

–Sí –dice con cara de saber cosas que nadie más sabe–. Es que resulta que Juana no siempre estuvo loca. Lo que pasó fue que en esa época España y Portugal eran un país y ella, que era una princesa muy delicada, solo podía dormir entre sábanas de hilo portugués que se hacía traer desde Lisboa y claro, cuando se casó con Felipe, él solo quería cosas francesas, y Juana no paraba de rascarse, como Shirley cuando le da por rascarse las orejas hasta que le paso las toallitas de aloe que me dio la veterinaria, pero por todo el cuerpo, y nadie la creía. Y claro, de tanto no dormir y con tanto rasca-rasca, pues la pobre perdió la chaveta y de ahí viene lo de la locura del hilo portugués o el síndrome de Juana.

Una madre trata muchos temas, pero me ha gustado especialmente que el tema de la homosexualidad se trate con normalidad. Dos de los personajes principales tienen esta orientación sexual y otro de ellos no queda al final muy claro. En cualquier caso, en las charlas familiares, todo este tema se trata con naturalidad y aceptación.

En cuanto al estilo, en esta novela de Alejandro Palomas los diálogos son tan frescos... tan realistas... Da un gusto leerlos... Hacía mucho que no leía nada igual y lo he agradecido muchísimo. Os dejo este fragmento como ejemplo ilustrativo de esta naturalidad en los diálogos. Además, en este ejemplo podéis seguir apreciando la personalidad de Amalia, esa madre tan especial.

–¡Eduardo! –gritó mamá cuando por fin pudo contestar y la china dejó de salmodiar con voz metálica–. Sí, sí, sí. Estoy aquí con Fer, en una terracita. Sí. No. Ah. Qué bien. No, no me han dado la subvención porque me falta un punto. ¿A que es fantástico? Si es que ya lo sabía yo. Estoy estupenda. Claro. Sí, celebrándolo con cerveza. Ay, no sabes los nervios que he pasado, Eduardo. ¿te imaginas que me meten en uno de esos quioscos con un perro a veder rasca-rascas? ¡Con lo que me gusta a mí jugar a la lotería!

Si bien en la novela Fernando nos relata muchos momentos del pasado reciente de la familia, la acción principal tiene lugar en unas pocas horas en un único lugar, lo que nos recuerda qué bien funciona esa regla de las tres unidades típica del teatro clásico y neoclásico: unidad de acción (la cena familiar), de tiempo (la noche de fin de año) y de lugar (la casa de Amalia). 

El tono de Una madre es muy variado. Por un lado tenemos un humor que nos arranca más de una sonrisa y más de una carcajada, que vemos reflejado en comentarios que hace Amalia. Como contraste, Fernando nos habla de momentos que él y su familia han vivido en el pasado que llegan a ser bastante duros. Estos momentos a veces están salpicados de comentarios hilarantes que le dan un toque de lo más ingenioso y en otras se recrean en el dolor y en la angustia.

Mamá se rio, me cogió a Max de los brazos y, cubriéndolo de besos, dijo:

–No digas bobadas. –Y luego–: ¿Cómo va a ser danés siendo tan negro? –La miré, incapaz de creer lo que acababa de oír [...].

–Mamá, los gran danés son unos perros que están a medio camino entre un 4x4 y la madre de Alien. Y crecen como trotones. Y fabrican unas montañas de caca como pasteles de boda kasovares. Y no caben en ninguna parte.

En conclusión, Una madre ha sido una novela que ha superado mis expectativas con creces. Nos presenta a una familia de una forma muy cruda y real, mezclando el humor con el sufrimiento de una manera tan natural como ocurre en la vida misma. Es una novela de personajes breve, pero intensa y deliciosa. Ya lo dice el refrán: lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y vaya si es buena. Buena, buena.

READING PROGRESS (cuidado, puede contener spoilers):

Aquí os dejo las impresiones que fui publicando en Goodreads a medida que avanzaba con la lectura.

FE DE ERRATAS:

La única errata que he encontrado en este libro ha sido una "s" que se ha escapado y se ha colado donde no debía de ir: "Si tú tienes tres, él tienes seis" (pág. 132).

VALORACIÓN:

    

¿Y vosotros?

¿Habéis leído esta novela? ¿Qué os ha parecido?

¿No os han dado unas ganas terribles de conocer a Amalia y sus locuras después de leer la reseña?